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F. Tibiezas Dager: “Ante la demanda (de seguridad)”

A propósito de la performance Ante la demanda (de seguridad) de F. Tibiezas Dager, presentamos una conversación entre la artista y Ana Rosa Valdez en la que también se abordan otras piezas como Acción Moralizadora Moralizante (2017) y Dios Abstemio (2018), así como la perspectiva de la performer guayaquileña sobre la creación de espacios seguros y el tratamiento de la justicia en casos de violencia sexual en el campo artístico. Publicamos también un ensayo de David Aguirre Panta, en donde se desarrollan indagaciones filosóficas alrededor de la obra Ante la demanda…, que fue realizada en La Mancomunidad Muégano de Guayaquil en el mes de febrero. Para contextualizar las reflexiones mencionadas, incluimos a continuación el registro fotográfico y sinopsis de esta pieza.

F. Tibiezas Dager. Ante la demanda (de seguridad). Performance realizada en la Mancomunidad Muégano, febrero 2021

Sinopsis de la performance

En Ante la demanda (de seguridad), el mito urbano del perverso travestido roba chicos entra en escena a problematizar las lógicas del espacio seguro. Llego, riego chicles. Mino el escenario y la audiencia queda infantilizada. Paso a ser amenaza y ellos, las criaturas que demandan ser custodiadas. 

Al quedar suspendida entre identidades opuestas, absolutas y dependientes de la moral de turno, el travesti corruptor o la trans heroica, me doblego y como del suelo. Expulso la materia dulce que mastico y con ella delimito el espacio que ocupo junto a la audiencia. Durante una hora me arrastro y con el chicle trazo una ilusión cargada de punitvismo y exclusión. En el teatro, mientras sucede la acción, donde sea que te pares veras una marica rogando. 

Instrucciones para la realización de Ante la demanda (de seguridad):

  • La perfomance tiene que darse en un espacio cerrado que haya sido testigo de debates en relación a la violencia, cancelación/escrache, reparación y seguridad.
  • Consiste en reunir a un grupo pequeño-mediano de personas, hacer que se paren en un semicírculo amplio, acorralando a la artista. 
  • La artista debe esconder una funda de chicles debajo de su calzón, esta se alza el vestido y muestra el bulto. 
  • Luego saca la funda, la rompe y los chicles se riegan en el piso.
  • La artista procede a recogerlos con la boca hasta llenarla, luego los mastica haciendo una masa de goma y juega con ella.
  • Con la goma dibuja en el suelo, delimita el espacio, lo marca.
  • La performance no es de larga duración, pero esta acaba cuando la artista decide.

Conversación entre F. Tibiezas Dager y Ana Rosa Valdez

Ana Rosa Valdez: Tu performance Acción Moralizadora Moralizante (2017), realizada en la escalinata del Cerro Santa Ana de Guayaquil, me llamó la atención, primero, porque la acción de dejarse caer en un espacio emblemático para la historia del puerto, para el turismo y la idea de ciudad promovida por el gobierno local desde fines del siglo pasado, es un gesto que se presta a múltiples lecturas. Luego, cuando interviene el guardia de seguridad para evitar que sigas rodando por las escaleras y tú tratas de dialogar con él, aumenta el potencial crítico de la documentación de la performance al convertirse en la memoria de una represión, muy sutil pero represión al fin, en el espacio público. Allí las interpretaciones adquieren otro calibre. ¿Qué te motivó a conceptualizar y ejecutar esta obra? ¿Conocías en ese momento la crítica la Regeneración Urbana de Guayaquil que tuvo un momento importante en el arte contemporáneo local en la década del 2000?

Tibiezas Dager: En esa performance busco atacar el orden discursivo social-cristiano y descolocar la visión que se tiene de lo emblemático en Guayaquil a través de un cuerpo joven, recién inaugurado, que desciende de la manera más abyecta: Rodando, arrastrándose, rogándoles. Con este gesto que violenta al cuerpo que lo realiza y al que lo mira y trata de comprenderlo, contrarío las economías presentes dentro de la atracción más publicitada de la ciudad, que con sus políticas municipales busca hacer de sí misma un centro comercial más.

En el registro se puede ver a un amanerado que problematiza el paisaje y arruina el paseo. Ahí trato de materializar un porvenir que busca boicotear el proyecto neoliberal que se veía acelerarse con las propuestas y llegada de Cynthia Viteri al poder.

De adolescente leía bastante la sección “Fuck you Curuchupa” del anterior Gkillcity y también hacía pequeñas investigaciones sobre dramas en Salones de Julio. Me interesaba empaparme del conflicto cultural en una ciudad en la que no se podía hacer nada más que gastar. En las ferias fanzineras abundaban textos donde se evidenciaban los fracasos e infamias de los madera de guerrero. Estaba al tanto de manifestaciones como LitroXMate de Adum Gilbert, pero la estética formalista y el clasismo hipster presente en la organización de las pintadas me desmotivaba y potenciaba mi interés en la protesta corpórea.

F. Tibiezas Dager. Acción Moralizadora Moralizante (2017). Performance realizada en las escalinatas del Cerro Santa Ana de Guayaquil. Registro: Guayaqueer.

ARV: En la performance Dios Abstemio (2018), que realizaste en el Parque Calderón frente a la Catedral de Cuenca, planteaste una crítica a la violencia sexual que ocurre al interior de la institución católica, particularmente los casos de pederastia, y encarnaste la figura de la víctima. Después de casi tres años, en La Mancomunidad Muégano, ejecutaste la obra Ante la demanda (de seguridad) (2021), en donde, en cambio, te propusiste explorar el rol del victimario. Entiendo que la obra también planteaba una crítica a la idea de los espacios seguros en el arte y a las prácticas de cancelación que se originan cuando existen denuncias de violencia en el campo artístico. Tengo varias preguntas: ¿La idea de “representar” ambas figuras estuvo presente desde que llevaste a cabo el primer performance o, más bien, fue una decisión posterior? ¿Cómo interpretas este “juego de roles” en un momento de auge de las perspectivas feministas y queer en el arte local? ¿Qué ideas sobre el ejercicio de la violencia fundamentan los conceptos de ambas performances? 

FTD: En el 2018, los escraches y denuncias por agresiones sexuales en redes sociales eran súper frecuentes y tenían un aura de incuestionables. A partir de estos intensos flujos de información, decido abarcar en mi obra cómo se representa la violencia sexual, en qué medios se manifiesta, qué sujetos se involucran en estas discusiones, los argumentos de las demandas, las temporalidades y el factor espectáculo presente en las plataformas que se usan para hablar del tema. Elementos que me dejan pensando en las limitaciones del lenguaje y sus imágenes cuando se habla de violencias, consecuencia y justicia. 

Tanto los debates como estudios alrededor de la violencia sexual están marcados por iconografías binarias de víctima y victimario. En estas obras analizo sus elementos visuales, los criterios mediante los cuales se fundamentan y las agendas políticas que los validan.

En Dios Abstemio (2018) posiciono el cuerpo caricaturizado del violado como un evento social que regresa, asalta y demanda no consumir de su carne. Años después, viendo que el discurso de la víctima se había vuelto hegemónico, omnipresente e instrumento para afirmar verdades absolutas, decido ocuparme de la otra figura dentro del suceso violento: el victimario. 

Desplazándome hacia este polo opuesto de forma autocrítica, lo trasvisto dándole lugar al doloroso mito urbano de la travesti roba niños. En Ante la demanda (de seguridad) (2021) hago del estigma mi cuerpo entero. Y hago de la audiencia adulta, al encerrarlos en un espacio seguro, infantes que necesitan guía y tutela por parte de la institución artística mientras demandan de su monstruo de turno un sufrimiento que debe entretener para que este pueda ser absuelto.  

En ambas representaciones soy una hipérbole activa que interpela a la audiencia, devolviéndoles la mirada y devolviéndoles el cuerpo que socialmente han construido. Habito imaginarios en donde la cuestión de la inocencia o culpabilidad son absolutas, e intento así, evidenciar las posturas maniqueístas y de moral cristiana que continúan rigiendo el discurso actual alrededor de qué se hace con la violencia y con quienes participan de ella. 

Siento que actualmente el feminismo imposibilita cualquier tipo de juego. Le interesa mejorar al mundo y rehabilitar a sus hombres, heteros o gays. Esta postrado ante una agenda pública de lógica positivista, punitivista y propositiva en donde las identidades, por más nuevas o deconstruidas que sean, siguen siendo absolutas y sentenciosas.

F. Tibiezas Dager. Dios Abstemio (2018). Performance realizada en el Parque Calderón frente a la Catedral de Cuenca, durante los días de la Bienal de Cuenca de ese año.

ARV: En los performances mencionados gravita una reflexión sobre los discursos de la seguridad que suelen venir acompañados de formas de control, vigilancia y censura. ¿Por qué elegiste este objeto de reflexión en tus prácticas artísticas? ¿Qué te planteas al abordar críticamente estos discursos?

FTD: Al ser una persona trans no binaria a la cual un gran sector de la sociedad considera pervertida, me topo mucho con campañas organizadas tanto por políticos como por ciudadanos consternados en donde se busca proteger a los niños, a los valores familiares y al futuro de mí y de las ideologías con las que se me asocia. Antagonizando mi deseo y posicionando mi existir como una amenaza latente, estas campañas resultan en la reducción de derechos y herramientas para poblaciones no hetero-cis, precarizando vidas y, en base a nuestra miseria publica, hacernos mala publicidad. Y desde ahí, otra vez, demandar seguridad. 

Por otra parte, al tener una identidad que cada vez más le sirve al capitalismo de plataformas, estoy consciente de cómo se usa la figura de lo feminizado para demandar más seguridad y vigilancia en un mundo hostil para nosotres, resultando en  un aumento de presencia policial en espacios públicos, que al final termina jodiendo a las personas menos privilegiadas presentes. Y que también resulta, como tú dices, en control, vigilancia y censura dentro de espacios culturales donde se pretende un progreso en términos de reparación y políticas del cuidado.

Creo que esta aproximación performática a la mediatización del conflicto me permite extender los límites del discurso al cuestionar los elementos con los que se valida.

Afiche de la performance Ante la demanda (de seguridad) realizada en La Mancomunidad Muégano, Guayaquil, febrero 2021.

ARV: En un intercambio previo a esta entrevista, me comentabas que, cuando decides representar las figuras de la víctima y el victimario, se produce una “gimnasia física y mental” que te permite “desdibujar la idea de que en la violencia se puede ser una sola cosa”, es decir, la persona que agrede o quien es agredida. Mantuviste una posición crítica con respecto a la cultura de la cancelación y la concepción de “perfiles” del buen y mal disidente. Me hablaste también de tu percepción de un “neo moralismo de la deconstrucción” que afecta a las comunidades y movimientos “implementando un discurso de la víctima y un complejo de personaje principal que demanda solidaridades forzadas y falsas, y que empieza con un «hagamos justicia» pero se termina extendiendo a un pánico sexual”. En el terreno, casi siempre pantanoso, de las discusiones éticas sobre arte y activismo, tus ideas irrumpen con una perspectiva autocrítica de la relación entre prácticas artísticas, feminismos y disidencias sexo-genéricas que ha cobrado protagonismo en el arte local. 

FTD: Ese neo moralismo de la deconstrucción que te comenté es el resultado de la popularización y estancamiento de soluciones a la problemática de discriminación y abuso normalizadas en generaciones pasadas a la millenial y gen Z. Actualmente, en los discursos de la micro política prima la buena intención y el pavor a la posibilidad de perpetuar daño. Puedes participar y pertenecer si eres inocente e incapaz de contradecir grupo adentro. Ya hasta la posibilidad de generar culturas otras se ve postergada para darle protagonismo a la auto-victimización que no acaba y a la higiene funcional en el discurso que parece solo apuntar a ser reconocido y validado. 

La necesidad de probarle al mundo hetero, blanco y burgués que no eres una criminal ha forzado a que los “disidentes” devengan ángeles que iluminan (deconstruyen), aportan (descolonizan) y resguardan (reinvindican) a la civilización y sus instituciones. Esto también es una forma de asimilacionismo y condiciona los imaginarios de una época mientras cancela los anteriores, los no tan woke.

¿Quién se come lo tibio?

Apuntes a partir de la performance Ante la demanda (de seguridad) de F. Tibiezas Dager en el espacio Muegano

Por David Aguirre Panta

La filosofía es aprender a morir. La filosofía del cuerpo es aprehender-aprender a construir un cuerpo vivo y en ocasiones un cuerpo muerto. La filosofía es aprender a injuriar sobre todas nuestras prácticas que consideramos vida. La filosofía es violentar nuestra lengua, nuestro cuerpo, nuestro pensar. 

Barthes (2004) en su texto “Fragmentos de un discurso amoroso”, diría “Me abismo, me sucumbo” como el inicio para reflexionar nuestras soledades en medio de las hospitalidades, de los diversos abandonos en medio de las compañías e inclusive del excesivo desprecio que en ocasiones el otro viene a despertar cuando intenta capturar(nos) como símbolo del amor, que de una u otra forma es percibido como una colonización del deseo. 

Tibiezas resucita a Barthes, pero no la imagen de Barthes como el eterno romántico que conocemos por sus fragmentos. Lo resucita desde un lugar que va más allá del lenguaje. Más allá del fragmento, un más acá de la vida y de la muerte. Un aullido desde el sonido ensordecedor de lo abyecto.

¿Acaso no sabemos sobre los efectos de lo abyecto, cuando se presenta como una violenta y oscura rebelión del ser, donde se da un movimiento de fort-da, lleno de representaciones, desapariciones, inquietantes y oscuras condenaciones, que coloca afuera del lenguaje a todo quien se quiera ubicar dentro del mismo? 

F. Tibiezas Dager. Ante la demanda (de seguridad). Performance realizada en la Mancomunidad Muégano, febrero 2021. Registro: Gabriela Fabre

“Me abyecto, me sucumbo”, en un devenir intenso donde Barthes queda performativizado en la abyección. Exorcizar el cuerpo múltiples veces para liberarlo del yugo semiótico del vivir. No se puede pasar a la liberación, si primero el cuerpo-objeto no (de)cae, no abyecta, no sucumbe. 

La abyección bartheana de Tibiezas es el punto de fuga infinito donde el nombre y las imágenes pierden sus metáforas para dejar solo la fina membrana de saliva que encubre a los chicles salidos de la genitalidad. Este acto de conversión del deseo, Tibiezas lo transforma y separa radicalmente en un movimiento que es ofrecido frente al dios del yo vs. a la oposición radical y su desaparición. Desaparecer para encontrarse.

En cada chicle, en cada reposo, en cada reverencia, aparece un mantra que vehiculiza la forma de cómo en el devenir, el cuerpo/corpse/cadáver queda por los suelos, “Me arrojo, me injurio, me sacrifico, me inmolo, me inmortalizo, me expulso, me revuelvo, me regurgito, me vómito, me escupo”.

El asco por el sistema, el asco por la aprobación, la liberación como forma de arcada, de espasmos, de vómitos, hacen función de protección. La protección de unx mismx. Lo abyecto no es solamente el momento y el uso del chicle, como el dispositivo viscoso por donde se tiene un inicio y un fin de la actividad artística presentada, sino más bien, lo abyecto sería la perturbación de la identidad, lo infranqueable del sistema, el cinismo del orden, lo irrepresentable del límite, lo canceroso de la censura, la imitación del artista, la risa en la venganza. 

F. Tibiezas Dager. Ante la demanda (de seguridad). Performance realizada en la Mancomunidad Muégano, febrero 2021. Registro: Gabriela Fabre

Pasivamente me encuentro viendo la operación de Tibiezas, pienso en el movimiento: ¿Qué es lo que se libera cuando se retuerce y hace el continente del espacio del teatro a través del dispositivo chicle? 

Veo cómo los chicles se expanden por toda la sala, chicles salidos de los genitales de la artista. Veo cómo nos mira a los ojos, y se ubica delante de todxs lxs espectadores en coitus more ferarum (copular como los animales, admirar como los dioses). Doy dos pasos para atrás. No quiero obstaculizar el tratamiento del suelo. No quiero interrumpir el vaciamiento del cuerpo, de las entrañas, de la liberación pulsional a través de la regresión. Me vuelvo a hacer la pregunta, ¿qué se libera cuando se retuerce?

Hay una boca que tiene contacto con el suelo. Hay una boca que intenta capturar estos pequeños objetos que son expulsados y al tener contacto con la saliva, se abyectan. Estos objetos no son objetos que se encuentran en el estatuto de deseo, tampoco en el estatuto de goce, son objetos que existen solo en la medida que se excluyen. Melanie Klein (2015) al hacer una lectura Freudiana sobre los objetos pulsionales, dirá que el Sujeto al intentar capturar la escena primaria de satisfacción pulsional desde la oralidad, y al encontrarse con un principio de realidad del deseo frustrado, tendrá como resultado la angustia. Es decir estos objetos no se sitúan ni dentro de las represiones (luchas inconscientes entre el Yo y el Ello donde habitan las neurosis), ni en el rechazo del significante primordial del Nombre del Padre (las psicosis). Es bajo esta experiencia que los contenidos excluidos y las violencias del Yo, no toleran los objetos perdidos, sino que se aferran a un pseudo objeto. El objeto abyecto. 

F. Tibiezas Dager. Ante la demanda (de seguridad). Performance realizada en la Mancomunidad Muégano, febrero 2021. Registro: Gabriela Fabre

Sin embargo, lo abyecto no cesa de inscribir, no deja de deslocalizar, se (re)presenta en un momento que no entra ni en el estatuto de la consciencia ni en lo inconsciente. Un momento borde. El grito, la arcada, la convulsión, el espasmo. Un universo de interrogación. Un universo de la constitución más próxima del ser. Ahí donde me arrojo, ahí estoy. Me abyecto, luego existo. 

El cuerpo en el borramiento de sujeto/objeto de lo abyecto, por los pisos. Recolectando desde lo bestial, lo que alguna vez pertenecía al cuerpo. Ese primer encuentro lactante del objeto-pecho, ese primer encuentro con ese deseo que no apunta al alimento, sino a la liberación de las pulsiones destructoras, omnipotentes, que provienen de un encuentro de lo intrauterino. 

Por consiguiente, en ese movimiento: del piso a la boca, del piso a la regurgitación, del chicle como dispositivo de la pulsión oral, es una puesta en escena de la liberación y del tratamiento sobre las angustias, que si bien es cierto, no tienen rostros, no tienen imágenes, no tienen objetos, pero sí afectos imposibles que tocan nuestras carnes. 

F. Tibiezas Dager. Ante la demanda (de seguridad). Performance realizada en la Mancomunidad Muégano, febrero 2021. Registro: Gabriela Fabre

Finalmente, la puesta en escena del devenir-diván-regurgitación y la escenificación de los estados primarios de lo abyecto, abriría siempre la pregunta sobre nuestrxs posiciones poéticas-políticas deseantes. Guy Hocquenghem (2009) plantea que las fabricaciones capitalistas de una sociedad, se pueden convertir en las escenas más despiadadas y violentas para eliminar la polivocidad del deseo. El deseo es potencia de creación y siempre tendrá la opción de emerger de formas múltiples, inclusive de las caras donde nos perturba. 

Por tanto, en la medida en que el deseo se balancea entre lo viscoso y lo pulcro, entre la risa y la lágrima, entre la arcada y el espasmo. La paradoja: la fascinación por saber que nos encontramos vivos incluso en medio de la muerte. 

Juan “el evangelista” en el libro del Apocalipsis, en el mensaje enviado a la Iglesia de Sardis, que traducido es “los sobrevivientes” y quienes bajo la tradición cristiana se encontraban “muertos, viviendo en apostasía” dirá : “Pero por cuanto eres tibio, y no frío ni caliente, te vomitaré de mi boca”.

Al final los que sobreviven en medio de lo tibio, encontrarán el camino de la presencia, el desvío, la clausura, lo imposible. Encontraremos que no todo se encuentra capturado bajo lógicas de la memoria, sino de los afectos hacia el infinito.

Bibliografía

Barthes, R. (2004). Fragmentos de un discurso amoroso. Madrid, España: Siglo ventiuno editores.

Kristeva, J. (2004). Poderes de la perversión. Buenos Aires, Argentina: Siglo veintiuno editores argentina .

Hocquenghem, G. (2009). El Deseo Homosexual. Madrid, Espana: Editorial Melusina.

Kristeva, J. (2013). El Genio Femenino: Melanie Klein. Buenos Aires, Argentina: Paidos.

Klein, M. (2015). Envidia y Gratitud. Buenos Aires: Paidos.

Retrato de F. Tibiezas Dager

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