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El futuro incierto del patrimonio, los museos y archivos en el Ecuador. Entrevista a Rosemarie Terán Najas

 

Por Susan Rocha

Susan Rocha: En estos días se cumplen diez años de la creación del Ministerio de Cultura y Patrimonio (MCYP), que coinciden con una época de cambios institucionales del ente rector de la Cultura en el Ecuador. La Ley Orgánica de Cultura propone una reorganización del sector que coincide con un cambio de Gobierno. En este contexto es importante hacer un análisis prospectivo sobre la gestión del patrimonio y la memoria social, más aún si consideramos que probablemente quien ejerza la función de Ministro sea Raúl Pérez Torres, actual Presidente de la Casa de la Cultura Ecuatoriana (CCE). ¿Cuál es su opinión sobre la gestión de esta institución en materia de archivos, museos y bibliotecas, particularmente en las administraciones de Pérez Torres?

Rosmarie Terán: Sin querer juzgarlo, porque no lo conozco en términos personales, identifico al candidato a Ministro de Cultura y Patrimonio con la trayectoria del grupo que se ha hecho cargo de la Casa de la Cultura en las últimas décadas. Ese grupo marcó una tendencia hacia sobrevalorar las Letras como el quehacer por excelencia de la CCE. Está generalizado en nuestro país el rendir culto a ese saber en detrimento de otros campos que también competen a la cultura como el de la memoria, el patrimonio tangible e intangible, los archivos y bibliotecas, los museos, fueran de menor categoría o estatus. De hecho el Archivo Nacional de Historia, que estuvo en peligro de ser trasladado arbitrariamente a Montecristi, fue expulsado hace tiempo de la Casa de la Cultura en el marco de políticas que favorecieron el encumbramiento de las Letras, o mejor dicho de un grupo que las convirtió en el saber hegemónico. De igual forma, la Biblioteca Nacional, instalada en la sección moderna de la CCE, fue abandonada y precarizada, hasta el punto de terminar en un sótano sometida a las peores condiciones. En definitiva considero que la CCE no ha trabajado ni se ha comprometido con igual intensidad con el conjunto de campos de la cultura, demostrando, por el contrario, negligencia en varios aspectos de su gestión.

SR: Entonces, ¿qué piensas sobre la posible designación de Raúl Pérez Torres como  Ministro de Cultura y Patrimonio?

RT: Se aspiraría a que el nuevo Ministro, sea quien sea, se coloque más allá de grupos que representan intereses y lógicas particulares o partidistas, y que plantee políticas verdaderamente públicas, sin pretender privatizarlas. El Ministerio debe tratar por igual y con la misma importancia todos los ámbitos y actores que integran la cultura, o mejor dicho, las culturas. Esto significa impulsar la consolidación de instituciones culturales que canalicen expectativas surgidas desde la sociedad, maneras diversas de simbolizar el mundo y la vida, y que permitan a los ecuatorianos relacionarse con su patrimonio y su memoria, no alimentando los eternos mitos que han articulado los imaginarios nacionales o locales, sino comprendiendo los complejos y ricos procesos que configuran la experiencia social. Trascender el floklorismo, el nacionalismo y la simple ritualidad, para hacer de la cultura, no precisamente un ejercicio de rescate de la tradición y las costumbres, sino un espacio de continua recreación de identidades y de futuros posibles.

SR: ¿Cuál podría ser el futuro del patrimonio, los museos, archivos y bibliotecas en este escenario?

RT: Mirar el modelo de los países vecinos es útil para trazar una ruta. En Colombia, por ejemplo, los archivos, museos y bibliotecas son lugares emblemáticos de salvaguarda del saber acumulado y también espacios de construcción del conocimiento al servicio de la ciudadanía, además de que a través de su monumentalidad y excelentes condiciones de acceso revelan la importancia que la cultura posee en el marco de la política pública de ese país. De otro lado, resignificar el patrimonio es una tarea urgente, sobre todo en un país como el nuestro que sobrevalora el legado hispanista. Salir del concepto de patrimonio oficial, “autorizado”, para transitar al de patrimonio colectivo, que tenga significado desde los actores sociales y sus experiencias históricas, es indispensable para renovar el sentido de la política pública y de la gestión patrimonial.

SR: ¿Qué propuestas haría al nuevo Ministro para que realmente se fortalezca la gestión de museos, archivos y bibliotecas?

RT: El Gobierno debe asumir que la cultura no es un aditamento, es la sustancia y el lugar en el que se dirimen las grandes y cambiantes tensiones identitarias que han forjado este país. Se requiere hacer muchos esfuerzos, invertir en infraestructura, condiciones tecnológicas, crear marcos de intercambio e integración entre la institucionalidad cultural y las universidades, los intelectuales, las localidades, las comunidades, inspirándose en la experiencia de otros países y en demandas propias. Para integrar la ciudadanía a la cultura no basta con iniciativas como la campaña de la lectura, por ejemplo, que muchas veces reproduce obras icónicas afincadas en una tradición nacionalista o localista. La cultura siempre está en continua construcción, es una energía que permite diseñar el futuro en diálogo con el pasado, la memoria y el patrimonio.

También hay que tratar de liberar a la cultura ecuatoriana de la prisión identitaria blanco-mestiza que, finalmente, es un paradigma homogenizante. El desafío y el horizonte es la interculturalidad y la plurinacionalidad, algo que todavía habita solo en la retórica constitucionalista. No olvidar tampoco que el Ecuador se ha nutrido de migraciones externas que, dado el nacionalismo extremo, no se han podido apreciar como aportes culturales.

Rosemarie Terán Najas es historiadora y pedagoga. Es profesora de la Universidad Andina Simón Bolívar, sede Ecuador. Ha reflexionado y publicado sobre historia cultural, historia social y sobre temas relacionados al patrimonio.

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Imagen de portada: http://bne.gob.ec/ 

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