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selva

Por Christian Proaño

componer/tocar/escuchar

El proyecto político de John Cage es emancipador: de los sonidos, los ruidos y los silencios, de los músicos o participantes, del público y del compositor. Al no determinar, indeterminar, los sonidos ni sus secuencias, y en su lugar determinar-construir plataformas en las que unos sonidos o silencios se hacen/escuchan en colectivo, que es el que a la final aporta los significados ritualmente, Cage es un autor como productor. Renunciando a la expresión personal, cortocircueteó la tradicional forma de la música: emisor/medio/receptor, complejizándola en un contínuum componer/tocar/escuchar en el que en el performance, y potencialmente en la vida, esas tres acciones son intercambiables y simultáneas. Se puede tener, por ejemplo, una escucha creativa que aprecie estéticamente el paisaje y la aparición en él. Abrir una ventana y escuchar música, tratar colectivamente de hacer silencio, o bulla, y escuchar música.

paisaje sonoro

Mauricio Bejarano es un compositor electroacústico colombiano que vino a Quito gracias al Centro de Arte Contemporáneo y Oído Salvaje, en el contexto de la retrospectiva de Mesías Maiguashca en dicho museo, para compartir un taller cuyo objetivo final era que compongamos un paisaje sonoro, una pieza acusmática, de forma individual o colectiva en unos pocos días. Utilizamos primero algunas de las metodologías de Murray Schaeffer para situar camas sonoras y sonidos clave del paisaje quiteño con conversa y grupos focales y luego nos planteamos un trabajo de campo. Entre 5 talleristas nos armamos un colectivo alrededor de dos grabadoras, y de conversaciones acerca del paisaje sonoro político de entonces, surgió la primera intervención de selva en la Plaza Grande de Quito, cuando la plaza estaba tomada por el partido de gobierno por las protestas contra la explotación del Yasuní; no duramos ni 10 minutos y fuimos expulsados violentamente por gobiernistas. Inmediatamente reconocimos lo poderoso del gesto que habíamos hecho, completamente desarticulados de otras luchas.

Un par de años antes nos reunimos entre algunos rUIDISTAS desempleados de la ciudad y empezamos a intervenir espacios abiertos, primero con amplificación portátil y luego acústico, sin micrófonos ni parlantes. Intervenciones de ruido acústico en el paisaje sonoro que a veces registrábamos en audio o en video y con las que construimos nuestra rED. Pequeñas intervenciones en interiores y exteriores, en espacios públicos y privados, acciones que emergían del grupo, espontáneas y efímeras en la línea de otros ruidistas de la movida industrial, Organum de Gales y Einstürzende Neubauten de Berlín. Junto a Rodolfo Villa, en el colectivo jaguar, nos pasábamos haciéndo dibujos acústicos efímeros en las autopistas, alcantarillas y túneles de la ciudad, morándola en sus resonancias, algunos de cuyos registros aún uso re-construyéndolos en vivo.

Salidas


Cuando pido a los participantes-voluntarios-interesados hacer “el sonido de un ser de la selva” yo parto del supuesto de que la selva ya existe en nuestra imaginación, no sólo visual sino también sonoramente, y esas imágenes sonoras trato de invocar. Obviamente la selva invocada nunca es igual, a veces violenta otras tranquila, a veces de día y otras de noche, animal y vegetal. Invoco la selva y luego me muevo en ella para escucharla bien, entender sus flujos, las camas sonoras y los sonidos clave. Escuchando trato de entender al colectivo articulado y observar las formas en las que al final logran salir del espacio invocado, regresar a la vida, salir del trance. Aquella vez con los Yasunidos, selva terminó en un canto al unísono, colectivo, humano: coplas ecologistas cantadas al ritmo de sanjuanito y abrazos, como un Maiguashca.

Registro Sonoro de “selva” disponible aquí

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