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«Nacido y Criado»: Tentativas para entrar al Barrio Cuba. Brigada de Dibujantes

Dibujo, deriva y memoria

Introducción por Ana Rosa Valdez

La exposición “Nacido y Criado” se realizó en la galería Cuarta Pared de la Universidad de las Artes de Guayaquil entre junio y agosto del presente año. Bajo la curaduría de Lupe Álvarez, la muestra aglutinó propuestas de Ilich Castillo, Jorge Velarde, Diana Gardeneira, Marcos Restrepo y Xavier Patiño, en las que se desarrolla una aproximación artística al tradicional barrio Cuba, ubicado en el centro de Guayaquil.  

Los antecedentes de la exposición se remontan a las prácticas de dibujo ampliado en las aulas del Instituto Superior Tecnológico de Artes del Ecuador. Desde allí estas se abrieron al espacio social a través de un proyecto del departamento de vínculo con la comunidad: la Brigada de Dibujantes del ITAE. El grupo en el 2014 estaba integrado por Ilich Castillo, docente del instituto, y varios estudiantes: Elías Aguirre, Diego Kang, Andrea Oviedo, Luis Medina, Zoila Arroyo, Alexa Brito, Luis Chenche, Ruth Cruz, Jack Albán, Beto Suquitana, Fernando García, Daniel Tovar y Juan Avilés. Lupe Álvarez formó parte del equipo, al decir de Castillo, como “acompañante interlocutora”. Diana Gardeneira, egresada del ITAE, se sumó al grupo desde agosto de ese año.

Un momento importante de esta iniciativa fue la intervención “Espacio sí, lugar no”, realizada conjuntamente con la comunidad del sector Domingo Savio en las paredes de un abandonado inmueble, próximo a demolerse, en las calles Tulcán y Rosendo Avilés del sur de Guayaquil (Ver post en Río Revuelto). En este proceso participaron artistas invitados: Xavier Patiño, Saidel Brito, Chay Velasco, Daniel Alvarado y Ricardo Coello. Un rasgo distintivo de la producción de dibujo de la brigada era, según Rodolfo Kronfle, el sentido de palimpsesto que evidenciaba un participación colectiva, y que impedía reconocer autorías individuales. Las imágenes resultaban de una labor conjunta entre docentes, estudiantes de arte y habitantes del barrio. 

Aunque pudiera parecer, el trabajo de la brigada no constituye propiamente un proyecto de arte relacional o de inserción social. Resulta interesante escuchar el comentario de Ilich Castillo, en una entrevista con Kronfle del 2013, en la que manifiesta que la brigada tuvo apertura a múltiples referentes estéticos. Para el artista era necesario evitar lo que ocurre frecuentemente en proyectos relacionales del patio, que en sus comienzos entablan vínculos horizontales con las comunidades, pero que luego terminan jerarquizándose y utilizando la “relación” como capital cultural de artistas, organizaciones e instituciones. Elías Aguirre, quien integró la brigada mientras estudiaba en el ITAE, mencionó en esa entrevista que el objetivo del proyecto siempre fue esquivo. No querían llegar con una idealización del barrio, sino estudiar sus dinámicas, proponer actividades como un taller de fotografías antiguas, y empezar desde allí. Aunque la creación del departamento de vínculo con la comunidad del ITAE respondió a la imposición de una política educativa del anterior gobierno, tal y como ocurrió en las universidades e institutos del país, la función de esta área se asumió más allá de las rígidas normativas de la educación pública, para emprender proyectos con autonomía. 

De la Brigada de Dibujantes del ITAE surgió el interés hacia el barrio Cuba, cercano a la sede del instituto. El lugar, un barrio obrero que comenzó a formarse en la década de 1930, alberga historias fundamentales para conocer el devenir urbano de Guayaquil en el siglo XX. Durante el proyecto, el dibujo desbordó las convenciones tradicionales para ampliar la noción de medio: se transformó en un lugar desde donde emprender derivas por el barrio, registrar vivencias en bitácoras artísticas, realizar intervenciones en las calles y lugares comunitarios, por ejemplo, exposiciones espontáneas en las que el azar, la intuición y el lazo social permitieron expandir las posibilidades de montaje en el espacio público. 

Posteriormente, cuando la carrera de artes visuales fue traspasada a la UArtes, el proyecto continuó en una nueva fase, y a la brigada se incorporaron Jorge Velarde, Marcos Restrepo y Xavier Patiño, artistas de larga trayectoria. Con respecto a las autorías en el proceso colectivo, Lupe Álvarez señala: “El proyecto tenía autores, Hay ciertas marcas en el dibujo de cada quien que le conceden una particularidad a la expresión, pero hay una tensión entre expresión y experiencia que torna difusa la figura del sujeto autor, e instala al dibujo en una dimensión procesual que tiene como característica el juego de presencias”. La curadora también menciona que para la exposición “Nacido y Criado” se consensuó que no habría fichas técnicas para distinguir marcas autorales en los dibujos. “La presencia colectiva y el hacer, reflexionar y discutir en colectivo, era conceptualmente precisa. No había lugar para poner una autoría en relieve en un proceso como este, más allá de las marcas que la presencia de autores dejaban constancia”.

Un aspecto importante que resalta en este proyecto es la ausencia de la demagogia política que ensombrece y debilita iniciativas similares que han planteado una relación entre arte y comunidad. Asimismo, cabe señalar que la Brigada de Dibujantes del ITAE experimentó una manera de aproximarse al espacio social desde el arte, en la que el arte no sirvió de instrumento a la investigación social o antropológica. En este sentido, los contenidos compartidos en el blog del proyecto manifiestan claramente una voluntad de investigación artística, en la que intuitivamente se resignificó el uso de herramientas de otros campos de estudio, por ejemplo, el diario de campo, los registros antropológicos, los mapas críticos, las metodologías de la historia desde abajo, el estudio de las prácticas cotidianas desde la historia cultural, la fotografía documental, el perfil periodístico, el estudio etnográfico, la entrevista, la conversación y varias técnicas de investigación basadas en la oralidad, entre otras (los enlaces conducen a entradas del blog). El referente situacionista fue fundamental para revalorizar el uso de estas herramientas en la práctica artística, y renovar su sentido más allá de los métodos convencionales de la investigación social y cultural más ortodoxa. En una de las reuniones de la brigada, Álvarez sugirió:

Levantar nuestra propia memoria afectiva, experiencial, de modo que deje huellas y pueda ser compartida. Puse el ejemplo del epistolario, de la bitácora, de mapas sensibles donde comparezcan modos híbridos de levantar memoria. Sólo que debe ser continua, presente siempre, como la labor de los cronistas que tanto nos ha dejado en esa combinación extraña entre realidad y ficción, que nos ha permitido entender a la distancia, la experiencia mundo (Álvarez, 2014).

La pregunta por lo sensible, desde una noción rancierana de la estética, fue de suma importancia para pensar el dibujo en clave comunitaria:

¿Cómo encuentras nuevos sentidos en ese mundo sensorial que te es dado? O, enunciado de modo más formal, ¿cómo salirse de los modos ordinarios de la experiencia sensorial? Es una pregunta que cotidianamente debemos hacernos. Ni siquiera para responderla, sino para que sea mediadora en un arduo trabajo de desprendimiento que no sólo debemos acometer, sino contagiar; contagiar-nos para proponer vectores inéditos a nuestras percepciones. Un horizonte subjetivo compartido sólo es tal cuando transpira en él la colectividad y eso transita a través de la acción de dejar testimonio y compartirlo: de designar y darse cuenta de cosas que puedan presentarse en esa condición colectiva. La brigada no puede menos que ser eso (Álvarez, 2014).

En un siguiente post de Paralaje publicaremos dos textos teóricos de Lupe Álvarez en torno a las prácticas de dibujo ampliado desde el ITAE, en los cuales se profundizan las reflexiones aquí mencionadas. En esta entrada compartimos una introducción a la muestra “Nacido y Criado” y el texto curatorial de Álvarez, fotografías del montaje de la exposición (cortesía de Marcos Restrepo), imágenes de dibujos realizados por Velarde, Gardeneira, Castillo y Restrepo, y obras fotográficas de Patiño. También incluimos el libro del proyecto en formato pdf. 

El libro Nacido y Criado: Tentativas para entrar al barrio Cuba puede visualizarse en nuestra cuenta de Issuu: https://issuu.com/paralaje.xyz/docs/libro_nacido_y_criado

Introducción al proyecto por Lupe Álvarez

La galería 4ta Pared de la Universidad de las Artes se inaugura con la muestra “Nacido Y Criado”. Se trata del material producido al calor del proyecto Barrio Cuba, en el que cinco artistas: Ilich Castillo, Marcos Restrepo, Jorge Velarde, Xavier Patiño y Diana Gardeneira, cruzan sus afanes creativos con la experiencia vivida andando en este importante sector de la urbe, conversando con los moradores, intercambiando historias y visiones y, sobre todo, dibujando. El dibujo y la fotografía tienen un importante rol en esta exhibición. El primero es el detonador de una experiencia inédita de diálogo, donde sin dejar la marca autoral, los artistas expanden sus motivaciones y se dejan impresionar por el trayecto y la plática con los habitantes. De estos contactos, de las visitas y los itinerarios marcados por esos mismos habitantes, emergen archivos, historias que son completadas por unos y otros; que van circulando y atrayendo recuerdos, desenterrando tradiciones, devolviendo la vida a rostros olvidados. De este modo el dibujo se convierte en proceso. Se codea con lo que la cámara fija. El perfil del barrio emerge en el trazo: las señas de identidad, la fisonomía arquitectónica, las maneras de habitarlo, las luchas… los personajes que hicieron historia. Se trata de una muestra en la que convergen muchos sujetos. Por ello, aunque aparezcan los autores y las poéticas que les distinguen, junto a ellos están esas personas que dotaron de sentido al proyecto y le dieron vida a las imágenes. Están también documentos y memorias familiares que han sido amorosamente brindadas para dar presencia a ese complejo tejido urbano tan significativo para la ciudad porteña. Y no faltan los diarios de campo que levantaron los integrantes de Brigada de Dibujantes del ITAE, estudiantes que estuvieron en los albores del proyecto y crearon esos cuadernos donde comentan y dibujan su acercamiento al territorio.

Ni puramente artístico ni genuinamente antropológico, el trabajo en el Barrio Cuba estuvo siempre plagado de preguntas que alumbraban imágenes y daban forma a un prolijo legado compilado en el libro Nacido Y Criado. Tentativas para entrar al Barrio Cuba que ese día también se presenta. La entrega no es más que eso; un tributo al barrio que ha sabido reconocerse y apreciarse manteniendo potente su vínculo social.

Guayaquil, 10-19 de junio 2019

 

Nacido y Criado: Tentativas para entrar al barrio Cuba

Texto curatorial por Lupe Álvarez

La muestra Nacido y Criado es una de las instancias del proyecto Barrio Cuba, última fase de lo que fue la brigada de dibujantes del ITAE. La entrada en el barrio Cuba- Camal, zona que en su plenitud de significaciones se da a ver en esta muestra, data del 2014, cuando aún no se efectuaba la adscripción del instituto a la UARTES. Entonces, un nuevo grupo de estudiantes comenzó las incursiones al sector bajo los lineamientos metodológicos básicos del proyecto: su nomadismo garante del descubrimiento de espacios, al margen de cualquier recorrido establecido y sin solución de contiguidad, el andar como práctica que ilumina y dota de sentido al dibujo; la presencia discreta en la zona que, poco a poco, con la familiaridad y el contacto permanente se torna natural y la conversación con los moradores como catalizador de las imágenes. Con estas premisas el proyecto sostuvo su objetivo fundamental: encontrar un sentido performativo al dibujo, entendiendo el modo en el que este se sitúa en las nuevas coordenadas.

La bitácora como herramienta gráfica depositaria de la experiencia, era un elemento fundamental: interrogaba las maneras en las que el dibujo puede relacionarse con la vida cotidiana del habitante expresándose en múltiples lenguajes que revelaban formas híbridas de levantar memoria. 

El dibujo y el material heterogéneo que la práctica del espacio estimuló abrían camino a modos diversos de descubrir los complejos lazos que afincan un territorio, la actitud con la que se habita, sus tradiciones e historias, así como el impacto en él, de sucesivas administraciones y de políticas públicas. A la larga, la experiencia del andar descubría la impronta societal en el tejido visual del barrio. Esta activación de la idea del flaneur en las condiciones del proyecto, representó un quiebre respecto a la lectura higienista y excesivamente administrada de la urbe guayaquileña promovida por las regencias municipales. Se empalma con un nuevo paradigma narrativo donde andar la ciudad no está mediado por litinerarios configurados por políticas de regeneración.

En el año 2015 se produce un giro importante en el proyecto: entran Jorge Velarde y Marcos Restrepo, artistas de sólida trayectoria en la escena local. Para este momento ya han salido los estudiantes. Se trata de una nueva nómina en la que Gardeneira y Castillo continúan su trabajo de inserción. El dibujo también cambia de signo. De ser un testimonio del fluir del barrio ocupando el lugar difuso de lo que está a merced de la experiencia, pasa a ser un indicio en el que se expresan, desplazadas, la impronta creativa y marcas autorales que confieren presencia e identidad a la imagen gráfica. La representación adquiere un estatuto ambiguo pues sigue siendo el fruto del diálogo, del proceso, pero en su concreción se manifiesta otra cocina.

Mapa del Barrio Cuba dibujado por Segundo Tábara, habitante del lugar.

Los artistas nombrados -es importante decir que sus roles no han sido escamoteados tal como muchas veces se pretende hacer en el arte que involucra colectividades- dan imagen al barrio desde sus propias propensiones y a partir de la resonancia que aportan anécdotas, personajes claves y un sinnúmero de acontecimientos vinculados al territorio. El dibujo emerge de lo que observan y de la historia oral que el barrio resguarda.

Otro punto de inflexión es la representación del barrio que dibuja Segundo Tábara (un emblemático morador del barrio pariente del insigne artista). Una especie de biogeografía donde aparece una imagen colmada de impronta subjetiva en la que vivencia y territorio se traslapan. Este mapa da la pauta al recorrido. Bosqueja un itinerario subjetivo reticente a cualquier plan. Actúa como una metodología inédita que aporta singularidad y consolida el tejido afectivo.  La representación de Tábara se convierte en un elemento medular: enlaza los recorridos e impulsa alusiones más certeras sobre la vida barrial.

Señalar un espacio donde se presenta el colectivo  siempre es una empresa ubicada en el límite. No hay modo de evadir los conflictos de una subjetividad desbordada. La imagen es siempre una imagen conflictiva que irradia hacia puntos imprevistos y no localizados.

Las preguntas siguen. La interpelación deviene metodología que alumbra la imagen. Se convierte en mecanismo que confiere identidad al proceso:

¿Puede el dibujo expandirse más allá de su horizonte estético para encontrar sentido como detonador de afectos, memorias o como algo que genera un potente catalizador de energía colectiva? ¿Puede desplazar de cierta manera la autoría y la marca individual para amplificar la energía creadora convirtiendo en otra cosa el estilo, desfigurando la expresividad en función de algo que de cierto modo la rebasa? Las formas respuestas a estas preguntas son diversas. En la mayoría de los casos sólo alumbran sesgos de la complejidad que enfrentan. Y esto adquiere cuerpo en disquisisiones, comentarios y testimonios recogidos en el proyecto; muchos de ellos presentes en el libro que acompaña a esta oferta. 

Sin querer prescindir del arte y sin inflar sus pretensiones en el espacio social – esto último algo en lo que pecan muchos proyectos participativos -, el proyecto Barrio Cuba se ha insertado de modo coherente y ha calado mucho más, en la sensibilidad del barrio que si se hubiera trazado un plan rigurosamente vigilado de intervenciones y supuestos relacionales. Lo atestiguan los vínculos forjados,  la familiaridad y la confianza con la que los moradores han prestado sus recuerdos; los tesoros familiares que resguardan y los documentos y huellas que dan fe de un entorno vivo que lucha en presente.

Guayaquil, 20 de junio 2019

Selección de obras de la exposición

Biogramas. Ilich Castillo

Si no fuera por mi cuchillo. Diana Gardeneira

Callejón de la muerte. Diana Gardeneira

El papá de Jorge. Jorge Velarde

Caricaturas. Jorge Velarde

Karate vs Karate. Marcos Restrepo

Encebollado El Gato. Jorge Velarde

Paradas de matarifes. Ilich Castillo

Alias cabezas de balde. Ilich Castillo

Desde la Caraguay. Diana Gardeneira

Deambulantes. Ilich Castillo

Luna (Conversaciones con uno mismo). Marcos Restrepo

Robin Montes. Marcos Restrepo

 

Niño Jorge en Barrio Cuba aka 1963. Jorge Velarde

 

Origen del nombre Club King. Jorge Velarde

Pum-pum. Ilich Castillo

El chale. Diana Gardeneira

Mujeres por el Barrio Cuba. Diana Gardeneira

Simón Riera (Conversaciones con uno mismo). Marcos Restrepo

Fotografías de Xavier Patiño

PRENSA

https://www.expreso.ec/guayaquil/barriocuba-historia-cultura-arte-CK2491235

https://www.elcomercio.com/tendencias/libro-nacido-criado-barrio-guayaquil.html

https://www.eltelegrafo.com.ec/noticias/cultura/10/elbarriocuba-galeria-itae

 

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