La exposición “Historias de terror” del artista guayaquileño Jorge Velarde tuvo lugar en la galería Casa del Barrio de Guayaquil, del 20 de julio al 13 de agosto de 2023. Publicamos un texto curatorial escrito por Rodolfo Konfle Chambers y un registro fotográfico de la exposición, cortesía de la galería.
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Historias de terror
Texto por Rodolfo Kronfle Chambers
“Yo he querido ver el inicio del autorretrato en mi obra en la época que estuve dos años en Madrid [1985-1987]. Tenía 25 años. En ese tiempo me fue muy difícil pintar porque ahí me di cuenta que todo mi trabajo se nutría de mi entorno, y empecé a notar el peso que tenía en mi trabajo esa búsqueda de la identidad, del saber de dónde vengo, qué quién soy, de la gente que está alrededor mío… lo único que de verdad me remitía a mi origen –porque además mi mujer es portuguesa– era yo mismo. Todo me era ajeno y yo me sentía muy incómodo, y me costó mucho pintar. Vi cosas, traté de pintar, pero no quedaba satisfecho y empecé a hacer los autorretratos” (Jorge Velarde).
Si bien el impacto visual de esta nueva muestra individual de Jorge Velarde (Guayaquil, 1960) es llamativo y atípico en el gran contexto de sus exposiciones, esta no se desvía del itinerario autobiográfico que ha sido medular en su obra, ni de su afán exploratorio de los imaginarios que lo han configurado como individuo y artista. Continúa, además, incorporando recursos como el humor y el empleo de lenguajes retro —asociados a la caricatura e ilustración– que ha intercalado por mucho tiempo en su trabajo.
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Jorge Velarde. La momia bicéfala. Óleo sobre lienzo 290 x 200 cms. 2023
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Jorge Velarde. El asombroso Gregorio. Óleo sobre lienzo 304 x 200 cms. 2023
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Jorge Velarde. Las aventuras en el espacio. Óleo sobre lienzo 200 x 136 cms. 2023
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En las grandes telas que presenta ha decidido ampliar a escala heroica algunas de las portadas de cómics que comenzó a dibujar en diciembre del 2019 (Historias de Terror y Terror Extraño – Entomofobia fueron, respectivamente, los fascículos 1 y 2) empleando los códigos narrativos y estilos gráficos vintage que circulaban en su infancia. En obras como Cámara de Escalofríos, Selva Prohibida o La Momia Bicéfala lleva su sostenida propensión al autorretrato (ya muy por encima de los 300) a expresiones cada vez más imaginativas: no deja de causar asombro la manera como aquella representación del yo múltiple de Velarde encuentra nuevas salidas para continuar perfilando aspectos de su psicología, personalidad, temperamento y vida espiritual. Este aspecto, aunque esencial en su obra, es un asunto aún no dimensionado con la reflexividad requerida y desde los diversos ángulos posibles (para ponerlo en perspectiva, en relación a casos emblemáticos, Picasso produjo alrededor de 230, Schiele 200, Rembrandt unos 100, Beckman 80, Frida 55, Dix 50, Van Gogh cerca de 36).
De igual forma, si bien la ya consabida aparición de Anabela (su esposa) en sus pinturas comomusa/modelo/objeto-de-deseo/femme-fatale lo ha ocupado por décadas, el protagonismo que ella tiene en la mayoría de estos relatos la perfila más como damisela-en-apuros, pero también como valiente guerrera. El artista, en cambio, juega el rol de héroe o monstruo, indistintamente, en el conjunto de situaciones amenazantes que ella enfrenta. Aquella filia de Velarde por los fenómenos, vale anotar, se ha manifestado por muchos años ya en sus alter-egos; lo recordamos como el Hombre elefante, pero aún más reiterado en las iteraciones de la cucaracha pintora de inspiración kafkiana Gregorio Tzantza, que tiene en esta serie una marcada presencia. Como remarca el artista, cuando estos monstruos revelan su lado vulnerable y tierno, pueden ser también ser objetos de afecto.
Tras la lúdica fachada de las contingencias que envuelven a estos personajes podemos, sin embargo, acercarnos a estas viñetas como un retrato cotidiano de la vida en pareja, una dramatización ingeniosa y cómica de los altibajos y conflictos que tensan ineludiblemente el entorno doméstico en un agitado mix de “terror, acción y romance”. Esta perspectiva puede reforzarse si tenemos presente que el inicio de la serie coincide con el estallido de la pandemia en China, y que su desarrollo se dio mayormente durante el encierro que a partir de marzo de 2020 puso a prueba las dinámicas hogareñas del mundo entero. Si bien las lecturas superficiales remiten a una suerte de reinterpretación de estrategias del arte pop, pudieran subyacer aquí complejos significantes sobre las relaciones conyugales, el amor, la pasión y la convivencia.
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Jorge Velarde. 3D. Óleo sobre madera. Medidas variables. Colección privada. 2021
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De igual manera la inscripción de episodios vivenciales que remecen, como el infarto al corazón del artista y sus dos cateterismos de emergencia, encuentran en la ocurrencia y la broma una salida apta para registrar con gracia duras experiencias de vida. Así sucede en Bu! (2021), un pequeño óleo donde se representa como un fantasma bonachón dispuesto a sobresaltar el sueño de su hipotética viuda. Es muy interesante como en secciones de este cuadro, al igual que en Puñete Man – El Irascible (2023), incorpora y autocita el estilo pictórico con el cuál ganó notoriedad en los años noventa; un estilo figurativo idiosincrático (su “período verde”) que a su vez se nutrió de una sensibilidad visual alimentada, como es sabido, por el film noir, pero también –como anota el artista— por el cómic, donde también se utilizan aquellas perspectivas dramáticas.
Para curadores y coleccionistas que no han seguido su carrera, entrar al taller del artista es exponerse a un inmenso desconcierto: paredes y rincones llenos de pinturas que oscilan entre un realismo naturalista de vocación academicista, unos gigantescos cómics… y todo lo que cabe en la mitad. Velarde es un prestidigitador de aquello que llamamos estilo. Abordar lo que atraviesa el arco de sus juegos de manos no es tarea fácil, demanda sensibilidad, inteligencia y –particularmente— mucha atención. La incorporación de lenguajes por fuera de la esfera artística (como la rotulación popular o la ilustración publicitaria de antaño) han sido formas de explorar un sentido de lugar, un arraigo, una forma de reflejar las variopintas filiaciones que componen su universo visual y la influencia que estas han tenido en la construcción de su identidad.
En ese sentido, perfilando tan solo una de las entradas posibles a su obra, en sus más de cuatro décadas de actividad, es difícil pensar en un autor que, evitando el lugar común, haya hurgado de forma sostenida en un universo simbólico que proyecte las dimensiones profundas del contexto local y su relación con el individuo. Esto es algo de lo que podemos hablar a partir de su autorretrato de 1979, donde representó una cucaracha sobre su hombro derecho. De igual manera podemos imaginar la influencia de la incipiente cultura de masas que permeaba en una periferia como Ecuador y a la que estuvo expuesto en su crianza, y que se filtra en varias de sus obras, como —por citar tan solo un ejemplo previo— la alusión al luchador El Santo de 1998, o las referencias a King Kong o Godzilla en esta nueva serie.
Solo con todos estos factores en mente podemos explicar cómo opera su aproximación al arte, y cómo ha logrado conjugar astutamente el espectro más amplio de lenguajes figurativos cultivados bajo una sola firma. En pintores que encierran una inmensa densidad la obra nunca es un juego, y estos cómics que aparentan justamente aquello, tampoco lo son.–
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Jorge Velarde. Bú. Óleo sobre mansonite 50 x 40 cms. 2022
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Jorge Velarde. S/N. Acrílico 58 x 40 cms. 2023
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De izquierda a derecha: Jorge Velarde. Bolos. Óleo sobre cartón 60 x 30 cms. 2023. Jorge Velarde. Esto no es una siento de bicicleta. Óleo sobre asiento de bicicleta. 2021. Jorge Velarde. S/N. Óleo sobre cartón 40 x 38 cms. 2023. Jorge Velarde. Jardín macabro. Óleo sobre papel montado sobre lienzo 60 x 50 cms. 2023
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De izquierda a derecha: Jorge Velarde. S/N. Óleo sobre cartón 40 x 38 cms. 2023. Jorge Velarde. Jardín macabro. Óleo sobre papel montado sobre lienzo 60 x 50 cms. 2023
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Jorge Velarde. Bolos. Óleo sobre cartón 60 x 30 cms. 2023
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Jorge Velarde. Esto no es una siento de bicicleta. Óleo sobre asiento de bicicleta. 2021
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Jorge Velarde. Puñete – Man. Óleo sobre lienzo 63,5 x 42 cms. 2022
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De izquierda a derecha : Jorge Velarde. Cámara escalofríos. Tinta china y acrílico 30 x 20 cms. 2022. Jorge Velarde. Tagaeri girl. Tinta china y acrílico 30 x 20 cms. 2022
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